jueves, 28 de abril de 2022

El PP de Lugo y su eterna búsqueda de candidato

Los tres nombres que se barajan ahora: Quique Rozas, Ramón Carballo (fotos: La Voz de Galicia) y Antonio Ameijide (Foto: El Progreso)

Hay un grupo de Facebook que pide que Quique Rozas sea candidato a la Alcaldía de Lugo y el asunto está dando que hablar. No pretendía pronunciarme al respecto, porque tampoco me pareció para tanto visto el discreto seguimiento del grupo, pero ya que varias personas (incluido el protagonista, o eso me pareció entenderle, que también pudo haber sido cosa de mi a veces calenturienta imaginación, si bien las personas que venían conmigo me han confirmado que se imaginaron exactamente lo mismo porque también recuerdan habérselo oído...) me han trasladado su interés en leer mi opinión, lo que me honra, vamos a ello.

En primer lugar, les diré que lo más importante que refleja el lío que se ha montado es la crisis que tiene el PP de Lugo en cuanto a candidatos se refiere. Si siegas la hierba durante años es lo que pasa, que no crece. La opacidad en la elección, el designio cuasi divino y la visión de que quien aspira a presentarse es poco menos que un rebelde son cosas que hacen que el proceso tenga más sombras que luces. El resultado es el que es.

Tener como cabeza de cartel a alguien a quien parece que hay que pedirle de rodillas que se presente como candidato a la Alcaldía de Lugo es un disparate. Como si optar a dirigir la ciudad fuera un castigo en lugar del inmenso honor que es. Tampoco es buena idea quemar a otros posibles candidatos antes de haberse presentado nunca, que es lo que le pasó a Jaime y lo que creo que le pasaría a Ameijide.

Si hubiera una candidatura clara e ilusionante a nadie se le pasaría por la cabeza andar proponiendo alternativas más o menos afortunadas, pero como se sienten huérfanos de un aspirante en condiciones, salen nombres, es natural. Incluso muchas veces sin que los interesados hayan dicho ni pío o directamente se hayan autoexcluido. Me pasa eso con Luis Lamas o Eugenio Corral, dos personas a las que considero excepcionales opciones pero que, cada vez que los menciono, me amenazan (entiendo y espero que de coña) con acciones judiciales.

Una vez dicho esto, el debate sobre la candidatura popular a la Alcaldía también es síntoma de otra tradición del PP, la de pegarse tiros en el pie en el momento menos oportuno posible para ellos, pero quizá venga ligado a lo anterior, la falta de interés real de “los elegidos” en dirigir la ciudad.

Entrando en materia, creo que Quique tiene, como todo el mundo, ventajas y desventajas como candidato. Es una persona muy conocida y apreciada en la calle (probablemente mucho más de lo que les gustaría a sus adversarios y mucho menos de lo que le transmiten a él, recuerden que la gente es amable y quiere quedar bien). Esa buena imagen pública es fruto de su incansable disposición a acudir a todas partes (a veces parece omnipresente), y de su aparente e infinita cortesía. Además, conoce el Ayuntamiento como la palma de la mano y tiene una magnífica relación con una gran parte del personal de la casa, algo vital para poder gobernarla al margen de otros requisitos. Justo lo contrario de lo que pasa actualmente, que no hay día que no leamos alguna barbaridad relacionada con la gestión de personal en el Ayuntamiento.

El problema más grande de Quique no está fuera del PP sino dentro. Aunque hace ya mucho que no estoy por ahí… ya les digo que no hay cambios en eso. Quique no es un jugador de equipo y tiene una buena colección de esqueletos en el armario. De hecho, si finalmente da el paso y presenta una candidatura, estoy seguro de que habría una gran oposición interna e incluso que mucha gente más o menos retirada volvería a la actividad política, aunque sólo sea para ir contra él, algo comprensible teniendo en cuenta la historia de cada cual. Se ha granjeado muchos enemigos internos, y algunos de forma gratuita, algo que siempre me ha costado entender. En todo caso, su imagen dentro del PP no es la que hay fuera del partido y se crearía un problema doméstico de campeonato.

La cuestión de fondo es precisamente esa: ¿podría hacer peligrar el PP su cohesión interna para presentar a un candidato pensando que tal vez arrastraría más votos que las pobres alternativas planteadas? Si esto último fuera algo asegurado la respuesta sería que sí, pero es que estaría por ver si es el caso... Tal vez la pregunta que se deberían hacer es si es lógico estar eligiendo entre opciones regulares, malas o peores, que o les crean un cirio interno de primer orden, o no dan frío ni calor en la calle en el mejor de los casos.

Ahora el tema ya está planteado y el PP tiene por delante un lío considerable. Si finalmente Quique no presenta su candidatura podría pensarse que “no le han dejado”, incluso aunque se trate de una decisión personal razonable si no se ve capaz de lograr la nominación a la Alcaldía. Si la presenta (algo posible) y logra ser el candidato (harto improbable en mi opinión), tanto en la campaña como el día de las elecciones va a tener a una parte significativa del partido no sólo quedándose en casa sino incluso remando en contra, lo que es extraño en una organización tan disciplinada como el PP, y como la cosa irá por los pelos se asegurarían otra victoriosa derrota (ganar sin absoluta). Si se presenta y no consigue la nominación, generará desilusión entre sus potenciales votantes lo que otra vez los dejará a las puertas del éxito.

En mi opinión el PP sólo tiene una salida que les pueda valer de algo desde el punto de vista electoral: que Quique presente su candidatura en la junta local, que pierda ante alguien que pueda ilusionar tanto al partido como al votante (quizás encajarían Javier Arias o Cristina Abades, por mojarme y dar nombres), y que integren a Rozas en la lista que concurra a las municipales de 2023 en un puesto digno (de 3º o de 4º como mucho, garantizándose una dedicación exclusiva), lo que probablemente cumpla el objeto perseguido con todo esto por quien lo haya impulsado. Sería la única forma de ir todos a una, aunque también es cierto que eso ya lo intentó Jaime Castiñeira y le salió el tiro por la culata (y no sería porque no se le advirtió). También es cierto que se podría interpretar como un peligroso precedente interno en un partido que, como todos los demás, no admite voces discordantes.

Lo que queda claro es que quien tiene más que ganar en este sainete es Lara Méndez, y yo si estuviera en su lugar sugeriría (si no lo han hecho ya) a los simpatizantes del PSOE que se unan al grupo de Facebook que pide la candidatura de Quique para que en la sede del PP se asusten un poco… o un poco más.

7 comentarios:

  1. ¡Curioso! a Quique Rozas no lo quieren los de su propio partido, pero sin embargo si recibiría muchos votos de votantes de otros partidos.
    Aunque Quique Rozas siempre a presumido de ser fiel al PP, yo lo animaría a crear una lista independiente y a presentarse por libre, es un candidato transversal excelente.
    Y no vería descabellado que acabase de alcalde.
    Ni Psoe, ni PP ni BNGaitas ilusionan!
    Por no hablar de Cs en descomposición, y vox con votos residuales en Lugo...

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    1. Sí, sería una buena opción, y así saldríamos de dudas. En Lugo ya se hizo con Vicente Quiroga y no le salió demasiado mal...

      Pero algo me dice que eso no va a pasar esta vez.

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  2. Estimado Luís,
    A min todo ese cambalache de postos nas listas dos partidos impórtame pouco e creo que o pertinente sería preguntarse outra cousa...

    De calquera partido ou fora deles... ¿Quen sería o mellor alcalde para Lugo?

    Se cadra facéndose primeiro esa pregunta acadamos avances máis significativos, porque a seguinte pregunta (a importante) está implícita: ¿Qué ideas ten para a cidade?

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    1. Una vez más, su acertado punto de vista lleva el debate hacia lo que debería ser.

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  3. Me decepcionas al
    Hacer uso de la censura , el comentario era la
    Pura y contrastada verdad … una pena

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    1. No sabe la pena y preocupación que siento por decepcionar a un cobarde que se esconde tras el anonimato para acusar sin pruebas de delitos a otras personas. Me suena ese proceder, pero pensé que habrían aprendido a estas alturas.

      Eso sí da pena.

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