Fiestas de Paradai de 2009 - Foto: El Progreso |
De toda la vida quien paga, manda. Eso parece que es lo que ha llevado a la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Lugo, dirigida por la nacionalista Maite Ferreiro, a que, según denuncian varias comisiones de fiestas, las actuaciones subvencionadas desde el Ayuntamiento se ciñan a sus criterios, y que éstos sean tan restrictivos como meter únicamente grupos folclóricos, corales o magos. Lo de los prestidigitadores chirría un poco porque tiene escasa vinculación tradicional, pero visto lo que pasó con la Semana de Magia de Lugo quizá se deba más a cuestiones de cercanía personal que a temas ideológicos (en todas partes cuecen habas).
La concejala niega la acusación de dirigismo, poniendo como ejemplo fiestas subvencionadas en que actúan dúos musicales ajenos a ese trío de opciones, pero no son ni una ni dos las comisiones de fiestas que aseguran que sí se les ha dado únicamente la posibilidad de elegir entre las mencionadas opciones.
Que alguien miente parece obvio, ahora bien, quien falte a la verdad lo saben únicamente los implicados y como unos son vecinos que organizan actividades y otros son políticos, la balanza de la opinión pública está descaradamente inclinada hacia uno de los lados, juzguen ustedes cuál.
Yo no puedo servir de testigo porque la única colaboración que se pide al Ayuntamiento en este sentido desde Lugo Monumental es un grupo para el "Milagro de San Vicente" y somos nosotros los que pedimos siempre que sea tradicional, así que ahí coincidimos en objetivos.
En el caso de que los ramistas tengan razón y que sí se les niegue la libertad de elegir la actuación que deseen, incluso se podría llegar a pensar que es la consecuencia de cumplir el principio al que hacía referencia al inicio: quien paga, manda. El problema es que ahí partimos de un error de concepto importante, ya que quien abona la factura es el ayuntamiento, sí, pero quienes pagamos somos todos los lucenses.
Hay una extraña traslación en estos asuntos, alentada desde los propios servicios de comunicación de las administraciones públicas. "La alcaldesa reformará tal calle", "el concejal de nosequé arreglará el pabellón de tal sitio"... Parece que además de sus responsabilidades administrativas les queda tiempo para arremangarse y poner ladrillos o pavimentos. No, no es eso, es que se arrogan la tarea cuando en realidad reducen su acción a administrar nuestro dinero, aunque no siempre atendiendo a nuestras necesidades.
Bien es cierto que tampoco es que haya mucha alternativa. La democracia directa estaba muy bien en Atenas porque votaban cuatro gatos, pero en la actualidad es complicado y aunque "hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad", que diría Don Hilarión, no se trata tampoco de hacer grupos de Whatsapp a nivel municipal.
Pero de esa votación para todo a que para pedir la ayuda sea necesario pasar por una "entrevista personal" con la concejala, media un abismo. Es lo que más me ha chocado (además esto no es una denuncia de los ramistas sino un paso necesario para pedir la subvención) y lo que peor me parece de todo este asunto, lo que más atufa a caciquismo, arbitrariedad y personalismo. Parece como si hubiera que ir con la gorra en la mano (o la boina, para estar más ambientados y que recuerde más a una película de los años 50) a solicitar a "usía" que tenga a bien colaborar generosamente con el pueblo llano, y así también dar las gracias personalmente a quien nos ha concedido la gracia. Digno de una cinta de Berlanga.
Nuestra herramienta para cambiar este tipo de cosas es el voto. Si no nos gusta lo que hay podemos votar por otras opciones y aunque últimamente no es que parezca que vale de gran cosa (a día de hoy gobierna Lugo una persona que no se presentó a la Alcaldía por un partido que ni siquiera ganó las elecciones, Galicia un presidente que no concurría a la Presidencia y España alguien que, de nuevo, es la cabeza de un partido que no ganó en las urnas, todo perfectamente legal), en realidad es la única posibilidad que se nos da de modificar estos comportamientos.
En todo caso, y volviendo al principio, habrá que ver qué pasa con las fiestas de barrios y parroquias, porque imponer un criterio restrictivo, parcial e ideológico, por muy legitimado que se esté con cinco concejales de 25, no es razonable. Y con 25 de 25 tampoco lo sería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Derecho a réplica:
Se admiten comentarios, sugerencias y críticas. Sólo se pide cierta dosis de ''sentidiño'' y cortesía.