Si fuera concejal del Ayuntamiento de Lugo (ya me gustaría), aunque estuviera en un grupo de la oposición, me plantearía los próximos cuatro años como una oportunidad de oro para ayudar a que la ciudad mejore. Ya sé que es lo que siempre se dice en estos casos, pero creo que todos estamos deseando un cambio en algo más que las formas, que ya está bien de que los problemas siempre sean “de comunicación” y no las puñaladas acostumbradas.
No soy muy partidario de intentar adivinar “lo que han querido los votantes” salvo que una mayoría absoluta aplastante como la de Vigo deje poco margen para la interpretación, pero sí es obvio que el hecho de que haya el doble de grupos políticos que en los últimos 16 años es significativo.
Otra cosa es ese rollo de que “el Pueblo ha pedido un gobierno de izquierdas”, porque puestos a razonar así lo que ha pedido el Pueblo es un gobierno de partidos nacionales y no nacionalistas, ya que si sumamos PP, PSOE y Ciudadanos (metería en la cuenta a Izquierda Unida, pero como fue en formato plataforma no tengo muy claro su punto de vista en esto así que voy a ser prudente) nos salen 19 concejales de 25. Ya ven.
Asistimos estos días a las negociaciones entre PSOE, Lugonovo y BNG, que previsiblemente darán como fruto un gobierno de mayoría absoluta “fabricada”. Es decir, que con el habitual reparto de tartas (esta concejalía para ti, esta para mi…) se cerrará la posibilidad de que el Pleno se convierta en el foro de auténtico debate que a todos nos gustaría. Las decisiones vendrán tomadas “de casa” y el rodillo aplastará cualquier alternativa a las propuestas por los gobernantes.
Como decía hace un par de párrafos, creo que la conclusión que se puede sacar de las elecciones es que ningún partido ha merecido la confianza de una parte significativa de los ciudadanos, por lo que aparentemente lo que se pretendía es que los asuntos se acordaran entre varios. Pero no creo que se pretendiera un gobierno triple, sino que todos pudieran participar.
Por supuesto nos dirán que es así, y que se abre la puerta a la pluralidad y la negociación (no van a decir lo contario, obviamente) pero un análisis de las votaciones de las propuestas llevadas a pleno en los bipartitos PSOE/BNG nos clarifica las cosas más que cualquier otro argumento.
En el caso de que no se llegara a un pacto por el que Lugonovo y BNG se integren en el gobierno, si yo fuera un grupo de la oposición mi primera propuesta a pleno sería elevar a la Xunta la petición de que retire a Lugo del listado de ciudades acogidas a la llamada “ley de grandes ciudades”. ¿Para qué? Sencillo: dicha ley lo que hace es reforzar los poderes de la Junta de Gobierno y restárselos al Pleno; no supone ningún ingreso extra para la ciudad ni tiene más aplicación práctica que esa. Si Lugo se desmarca de la aplicación de esa ley el Pleno recupera un debate mucho más vivo porque tendría más competencias.
Pero insisto, eso sería si no hay una mayoría absoluta “cocinada”, ya que de haberla da igual hacerlo de una manera o de otra, porque realmente aplicarán la ley del embudo para que, una vez más, los demás grupos, incluida la lista más votada, asistan como convidados de piedra a un debate en que solo les queda el derecho a la pataleta.
Son las reglas del juego, y quien pudo cambiarlas en los últimos cuatro años no lo hizo, así que ahora las protestas ya saben a dónde enviarlas.
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